lunes, 8 de marzo de 2010

Diario de un Garridense V

     Seguramente ha sido una de las veces que más próximo he estado de la muerte. Tendría unos 17 años, y si, no llega a ser por un pequeño gesto, las consecuencias podrían a ver sido peores.
     Por aquel entonces fumábamos lo que nos echaran, manzanilla, menta, nuez moscada con orégano, maría (cuando había pelas)…era algo nuevo para nosotros y lo llevábamos al límite. Que idiotas éramos joder. Malgastar tiempo en fumar, en vez de en beber XD.
     Solíamos preparar nuestros canutos principiantes por la vía, detrás del salinas, el hoyo, la cueva del águila…Cuando el día tocaba a su fin siempre estábamos paseando por aquellos lugares inhóspitos.
     Caminábamos en fila india dispuestos a fumar nuestras propia pipa de la paz, nosotros en un lado de la vía , en el otro colina arriba, un puto doberman como no había visto en mi vida. No se veía al dueño por ninguna parte (os lo prometo). Nos miraba pero no parecía que tuviera ganas de tirarse por la ladera hacia nosotros. Pero lo hizo. Nos quedamos casi paralizados, sin aliento.
     Tuve la mala suerte de que el hijo puta del chucho se puso entre mía amigos y yo (íbamos cuatro, tres para un lado, el perro, y yo sólo en el otro extremo). Empezamos a galopar, el cabrón se puso a seguirme…maldito bastardo. Creo que nunca ha corrido tanto, el doberman no se cansaba (pero yo aún era un tío medianamente en forma). Le empecé a detrás atrás…después ostión, oscuridad, mareo…
     Estaba incrustado en un alambre de espino, por los codos, las rodillas y el estomago. Me quedé literalmente clavado. Como era de noche, la mierda de alambrada no se veía. Al menos el perro había dejado de perseguirme. Sangrado, con la camiseta y los pantalones rajados empecé a gritar a mis amigos. Fuimos a limpiarme al Vialia…parecía un politoxicómano que se había peleado por su ultima dosis, la peña me miraba y flipaba.
     Cuando les dije lo que me había ocurrido pusieron cara de sorpresa, ellos habían estado la tarde antes en la zona de la alambrada y habían quitado la parte superior. Justo la que me habría clavado en el cuello. Coincidencias…la vida nos puede cambiar en cinco minutos.
 

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