lunes, 4 de octubre de 2010

El tívoli

     Como críos que éramos entonces nos pasábamos el día en la calle perdiendo el tiempo, tener un balón daba entretenimiento para toda la tarde y putear al personal era el deporte de riesgo de por aquel entonces. Entre los más vulnerables siempre se han encontrado los kiosqueros, a pie de calle, aguantando muchachos todo el día que iban a por golosinas o simplemente a pasar el rato. Si flaqueaban caían.

     En este caso el kiosquero no era de esos, lograba sorprendernos siempre que íbamos, un personaje en toda regla. Regentaba el kiosco Tivoli y podría perfectamente aparecer en la sección de atrapados en Garrido. No se me olvidará una vez que fuimos al kiosco y después de pedir y pagarle, alzó los brazos y exclamó “¡¡Hijos míos, no os masturbéis!! ¡¡Perdona a estos pecadores señor!!” y otra ristra de improperios y exclamaciones de las cuales no soy capaz de acordarme. Nosotros nos quedamos flipando y sin saber muy bien qué hacer, al final el tipo se calmó y ya nos estuvimos descojonando todo el día.

     No recuerdo más anécdotas que nos sucedieran con este personaje, pero recuerdo que cada vez que íbamos por allí soltaba alguna perlilla. Más tarde desapareció y no volvimos a saber de él, una pérdida para el gremio de kiosqueros.

4 comentarios:

  1. Seguisteis el consejo del kioskero, pecadores?

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  2. vendedor de papel higienico6 de octubre de 2010, 0:36

    Quiero confirmar que los miembros pecadores de este gran blog no dejaron el autoamor pese a los consejos del kiosquero. Es más, su ampor propio mantuvo a flote a mi negocio durante las epocas de vacas flacas.

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